Aunque los nuevos materiales que son desarrollados y empleados en el sector del automóvil tienen como uno objetivo mejorar la tecnología existente, no siempre son todo ventajas. A día de hoy, una de las principales ventajas (además de la seguridad en caso de accidente) que ofrecen materiales de última generación como el aluminio, la fibra de carbono o el acero de alta resistencia es su ligereza.
Al ser más ligeros, se consigue reducir de forma importante el peso del vehículo y por tanto, a su vez se reduce el consumo de combustible y las emisiones de CO2. Sin embargo, según revela un informe publicado por el medio estadounidense USA Today, los costes de reparación de vehículos que usan este tipo de materiales son mucho mayores que el de vehículos con materiales más ‘tradicionales’ como el acero o plástico.
¿El motivo? Como es lógico, el material de por sí ya es mucho más caro y los mecánicos de los talleres suelen tener poca experiencia a la hora de tratar con ellos. Por tanto, se encarece la factura del taller.
Evidentemente, actualmente este problema solo reside en los coches nuevos de última generación y de marcas más bien conocidas como Premium (BMW, Audi, Mercedes-Benz, etc…). En el sector de los coches de ocasión no se da este problema debido a que la gran mayoría de coches vendidos tienen una antigüedad de diez o más años, por lo tanto, carecen (en gran medida) de estos materiales de última generación.
Fuente | Faconauto.com